
En agradecimiento a José Delgado Catalino.
Hace algún tiempo vengo observando en el foro de Encinasola así como en Marochos que cuando se envían fotos de las calles del pueblo , siempre se deja a la mia de “lado”, debe ser porque es una calle pequeñita y pasa desapercibida.. no se.
Lo mismo que explico aquí, lo comenté en la cena de Marochos en noviembre en Huelva a José Delgado Catalino gran dibujante de las calles de Encinasola, y él se ofreció muy gustoso a hacerme un dibujo de la mía. Antonio Vaello le hizo la foto y se la envió lo cual le agradezco.
José estuvo trabajando en ello y esforzándose por hacerme un dibujo de cómo era la calle cuando yo era pequeña, y lo ha conseguido… pues el dibujo que ha hecho es exacto a como yo recuerdo mi calle hace cuarenta años, y quiero decir que le ha quedado preciosa y tendrá un sitio de honor en las paredes de mi casa.
Mi calle significó muchísimo para mi , en ella vivieron personas a las que quise mucho y enriquecieron mi vida. Por ejemplo; enfrente vivía Fulgencia y Leandro , recuerdo cuando en la puerta de su casa mataban los cerdos , a veces hasta mataban ocho de golpe, los ponían en fila en el suelo... Yo me levantaba temprano para ver como le cortaban el cuello para desangrarlos y después hacían fuego y le quemaban la piel para pelarlos, la calle se impregnaba de olor a piel quemada. Después me iba a su casa a ver hacer todo el proceso de la matanza. Y siempre me iba a mi casa con algún chorizito hecho por mí.
El hijo de Leandro, Antonio, tenia siempre aparcado su camión en mi calle y siempre que llegaba a cogerlo me encontraba a mi adentro, y en vez de reñirme me dacia .- Ana Mari no te bajes , te llevo “parriba” y me paseaba por el pueblo , a mí y a Isabel nos encantaba subir al camión. Un día le cortamos los cierres del capó que eran de goma para hacernos unas pelotas para jugar, cuando llegó y vio lo que había pasado , casi le da un ataque se enfadó muchísimo y creyó que lo habían hecho unos gamberros.. Uff menos mal… nunca le dijimos que fuimos nosotras, ya nos encargamos bien de esconder por un tiempo las pelotas de la goma , que por cierto botaban muchísimo.
Cuando Fulgéncia murió yo lo pase muy mal pues la quería mucho pero peor lo pasé cuando al poco tiempo murió Antonio… tan joven , recién casado y tan bueno que era para todos… lo quisimos mucho en mi familia.
Dos puertas más arriba de mi casa se encontraba el bar TABLÓN era de Leandro y siempre estaba lleno de gente. Leandro casi siempre me mandaba a mí a comprar el hielo para la nevera, estaba lejos la fabrica del hielo y me ponían el trozo en un saco, tenia que venir la calle del Campo abajo descansando pues pesaba, suerte que lo venia chupando y me refrescaba. Recuerdo que cada día iba a bar a comprar “un cuarto litro de vino blanco solera de la nevera” esas eran mis palabras.
Enfrente del bar vivía mi querida amiga Angelita, junto con su hermano Luis que nos gustaba a todas las amigas y que era muy tímido (ahora ya no lo es) , Hace poco coincidí con ellos en la feria de Encinasola y lo pasamos muy bien recordando viejos tiempos con toda su familia en el Hotel. En su casa que daba a la Iglesia de los Mártires se guardaba el “ carro de los difuntos” por cierto que era precioso , no se si hoy día e sigue empleando.
Mi recuerdo también a Rosalía y familia, otra de mis queridas vecinas.
Y después al lado de mi casa vivía Pedro… mi gran amigo Pedro Dorado, no sé que enfermedad tenía solo se que estaba invalido . No pasaba ni un solo día que yo no fuera a su casa a visitarlo y hacerle un poco de compañía, a veces le sacaba una silla a la calle y le decía que se apoyara en mi, él con una mano en la pared y la otra apoyada sobre mi hombro conseguía dar algunos pasos . Yo era feliz viéndolo esforzarse no se por que yo pensaba que podía hacer que caminase …. ¡ qué tontería ¡ .. pero lo cierto es que venia a mi casa dando pasitos agarrado de mi. y también lo llevaba al TABLÓN, se pasabas horas en una silla en la puerta del bar hablando con los vecinos ….Le quise muchísimo, recuerdo que cuando estaba en cama no dejaba que ninguna visita lo viese , pero cuando llegaba yo de seguida se levantaba o decía -.mamá déjala pasar.- Fuimos grandes amigos y nuestras familias se quisieron mucho.
Todos los vecinos de la calle se sentaban por la noche al fresco con las mecedoras y contaban sus cosas mientras nosotros los niños jugábamos al “hierro, topá en cruz, torito gacho, las cuatro esquina etc “ hasta altas horas de la madrugada.
Y como no hablar de las cigueñas que me alegraban cada día con sus cacareos, y de las golondrinas que hacian el nido dentro de mi casa... Podría pasarme horas hablando o escribiendo de este tema, otro día hablaré de la cigueña que curé en la fuentiña.
Gracias José … porque con tu dibujo tan bien hecho, has traído hasta mi esos recuerdo tan bellos que quisiera volver a vivir. Un abrazo.
Ana María.