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lunes, 18 de enero de 2010

EL REGALO MAS VALIOSO QUE HE RECIBIDO


Este recuerdo se lo dedico a una mujer que sin darme nada, ¡Me dio mucho!

Transcurrían los años 60, por ese tiempo yo tendría entre ocho y doce años, como cada día mi madre me mandaba a comprar el pan a casa de la Catalina la "tía bailaora", allá por la calle Patrás, de camino por la Berraca me paraba a ver como el herrador le ponía aquellos enormes clavos a los caballos, yo le decía; Manolo, ¿No le hace usted daño clavándoles estos clavos?, el me contestaba; no mas daño se hacen si tienen los zapatos rotos. Después me regalaba algunas herraduras por que decía que traían suerte, lastima no haber conservado alguna.

Después de entrar en su casa y saludar a su esposa e hijos mis amigos María Eugenia y Carlos, proseguía mi camino.

Al pasar por enfrente del camino que lleva a la zanja el cura me llamó la atención una mujer toda vestida de negro de los pies a la cabeza. Ella siempre estaba sentada en su puerta y yo siempre me paraba a saludarla. Un día me preguntó; ¿ hija tú de quien eres?. Después de yo darle toda la explicación hablamos un rato y nos hicimos amigas.

Cada día me paraba a hablar con ella un ratito me sentaba en su umbral. Y ella me contaba cosas de la guerra, de gentes del pueblo, de su vida.... ! y que vida... ¡ . Yo con gusto le regalaba mis oídos pues me gustaba lo que decía y como hablaba con voz dulce y a la vez con pena.

Algunos días le ayudaba a acarrear agua de un arroyito que pasaba delante de su casa y le ayudaba a limpiarla.

Ella me decía que pasaba hambre que muchos días se acostaba sin probar bocado, yo cada día le pedía a mi madre un bocadillo que luego le daba a ella y disfrutaba de comérselo y yo de verla. Me decía que a veces iba a pedir por las casas y que la trataban mejor la gente pobre que los ricos.

En una ocasión yo venia de comprar de casa de Manolico, allí me habían regalado un plátano precioso que yo le traía a mi madre, era una fruta que nunca comprábamos por su precio, cuando me encontré con esta mujer toda vestida de negro, ella estaba llorando, le dije; tía Manuela que le pasa, y ella me contestó,; mira hija vengo de pedir de casa de "fulanito", y a salido la criada y me ha pegado con un palo en la cabeza. Y quitándose el pañuelo que traía puesto me enseño el chichón que le habían echo.

La llevé a mi casa y le pusimos aceite en el golpe, creo que mi madre le puso una moneda en el chichón atada con un pañuelo, y con gusto se comió el plátano que me habían regalado. Después la acompañe hasta su casa.

A si transcurrieron los días...., hasta que llegó la hora en que yo tenía que emigrar a tierras lejanas.

El autocar partía de madrugada, casi de noche. Yo ya estaba dentro sentada cuando por la ventana vi una figura de negro,.. era ella , tía "Manuela" .

Bajé de seguida del autocar y nos fundimos en un abrazo, ella llorando me dijo;

Hija me gustaría regalarte algo para que te lleves pero sabes que no tengo nada, pero mira quiero darte lo mas valioso que poseo.

Y quitándose un imperdible con una Virgen que siempre llevaba prendida en su pañuelo, me la puso en mi vestido,

¡¡haciéndome así el regalo más valioso que he recibido!!.

Nunca te olvidaré Manuela.¡

Ana María.



Cuando yo escribí este relato en el 2007 y que puse en el blog Nostalgicos, quien me iva a decir a mi que llegaría hasta mi amiga Maria Eugenia hija de Manolo el Herrador. Desde entonces hemos recuperado nuestra antigua amistad unida a la de su gran familia. Tambien recuperé las herraduras de su padre y que ella me mandó. ( mas abajo podeis leer una carta que le escribo a Maria Eugenia y que se llama la Herradura).

Pero esto no hubiese sido posible sin la ayuda de mi gran amigo Enrique Fontenla, ya que gracias a sus blogs y a todo lo que me ha enseñado ha hecho posible que nos reencontremos muchisimos amigos de la infancia... Gracias Fonti.